miércoles, 6 de octubre de 2010

Conversando con una Narco- Diva


Allí estaba yo, en franca caravana con todo y sirena cayéndole atrás a todo motor, el que más derechito fuera en la extensa fila vehicular lograría la entrevista. Finalmente consigo que me pongan el chaleco, casco, botas y guantes de goma, cubre boca, pasamontañas, rodilleras, coderas y alcafandras, no entiendo bien el atuendo, me hablan de medidas de seguridad y climáticas, whatever.
A pesar del friito de la lluvia me estoy asfixiando, los sudores me bañan, pero todo sea por conseguir unas breves palabras de la Narco-Diva más mami de todos los tiempos, La Sobe. No sé a qué se deba, pero siempre he dicho que desde que a alguien lo bautizan con el artículo delante, por alguna extraña razón, se convierte en personalidad distinguida y ovacionada por la sociedad.
Antes de que entre en la sala donde será la entrevista, trato por todos los medios de esconder mi cartera Gucci Made in China y me empañeto con Maja la cara, no quiero que considere un insulto hablar conmigo. Se acerca, con la cabeza tambaleando por el peso de su pamela cubre balas a la que le ha puesto una pañoleta con un lazo detrás y alcanzo a notar en su chaleco negro finamente atado, unas iniciales que antes no estaban, una L con la V encima adornan su pecho izquierdo, le otorga un aire de elegancia, clase y buen gusto.

A.A. ¿Cómo está señora Félix Morel?

S.F. Bien, ¿y usted?, pero puede llamarme Miss Sobe, jaja, así me llaman aquí y comienza a gustarme.

No me parece, creo que es excesivo y le resta seriedad a mi entrevista, pero vamos, qué puedo hacer, después que el periódico invirtió tanto en la sirena que le pusimos a la camioneta y con todo el sudor que tengo por el atuendo no me queda más remedio.


A.A. Bien, Miss Sobe, tomando como referencia su actual condición, la noto muy alegre…

S.F. Ay sí, es que fíjate, yo andaba de lo más aburrida allá con Ago, compraba y compraba carteras y nada me llenaba, no tenía ningún chiste porque como no podía ni exhibirlas bien, es más, donde estábamos la gente ni sabía quien era Louis Vuitton, ¿me entiendes? Qué impotencia.

A.A. ¿Entonces, quiere decir que no le preocupa estar ahora privada de libertad?

S.F. Ay no, para nada, usted lo ha dicho, estoy “privada de libertad”, antes mi libertad era un poco pública, pero ahora mismo tengo guardespaldas y tengo una celda para mí solita, así que mi libertad es un poco más privada.

Me pregunto si se está burlando de mí o si en verdad su condición actual es mucho mejor que la que tenía hasta hace poco. Su sonrisa y el brillo en sus ojos no me dejan duda de que A y B podrían ser posibles, prefiero continuar y ver con qué más me va a saltar.


A.A. Miss Sobe, díganos, si no tiene nada que ver con el Narco-Papi más buscado del país ¿por qué huyó entonces?

S.F. Tú ves, por eso mismito te di la entrevista, para reivindicarme y quitar esa mala imagen que me han puesto. Yo no me fugué, simplemente tomé una licencia sin disfrute de activos incautados, algo así como un año sabático.

A.A. Espere, no entiendo, ¿quiere decir que usted pidió autorización para salir del país?

S.F. Bueno, pedir pedir, no pude de inmediato. Fíjese, lo que pasa es que Ago me llamó porque tenían que operarlo, usted sabe lo que implica una operación, sea de lo que sea y entonces me llamó de emergencia, porque parece que era grave el caso, diga usted como que si no se operaba su vida podría correr peligro, sí, algo así me dijo. Entonces, periodista, dejémonos de vaina, usted es mujer también y sabe que cuando uno se asfixia no ve ni piensa ni espera. Por eso yo tenía que irme rápido, para estar con él cuando saliera y entonces cuidarlo, usted sabe, para que no hiciera desarreglo ese Ago, que es más bonchero. Entonces, en eso llamo a mi abogado para explicarle y estaba fuera de señal, se me mete en la cabeza buscar el teléfono del juez y decirle lo que pasa, pero cuando llamo a su casa, porque usted sabe que en este negocio uno sabe donde vive todo el mundo, su mujer me dice que andaba buscando otro gorro porque el suyo estaba medio ruyío y que había dejado los tres celulares y nada, vuelvo a lo del asfixie, tuve que arrancar, porque imagínese ese hombre solo.

La miro e intento identificarme con ella en cuanto a lo del asfixie, la imagino tomando la llamada, volverse loca buscando el pasaporte, en mi mente se recrea ella frente al computador buscando el número del juez, su voz suena en mi cabeza mientras habla con la esposa del jurista. Es una mujer, como ella dice, asfixiá y qué más podía hacer, en Villa Juana donde me crié, esa palabra adquiere una inmensa connotación y hace que las mujeres sean capaces de cualquier cosa.

A.A. Pero, dígame, ¿por qué no se presentó luego, por qué no avisó ni a su abogado?

S.F. Ay ñeñe!!!! Después que a Ago me lo volvieron un papi como usted vio, porque no me niegue que le tiró el ojo, yo tenía mis planes muy bien hechos, después que él saliera de riesgo yo volvía y seguíamos en el asunto, pero las cosas cambiaron cuando el hombre comenzó a deshincharse y que los tatuajes estaban como que en mejor marco, con lo de la dieta y él que comenzó a hacer ejercicios, ya usted sabe, después que yo vi ese tablero que había bajo la camiseta, nooooooo, después de eso yo quería jaque mate. Y es fácil, dejarlo con el cortecito ese andando por ahí, no es verdad no, esas boricuas me lo bajaban de una vez. Usted me entiende verdad.

A.A. ¿Por qué entregarse?

S.F. Mija y qué iba yo a buscar allá, no, ya yo lo dejé guardadito y es como te digo, con todo y todo, yo estaba como que aburriéndome de estar ahí sin exhibir las maravillas que estaba haciendo la naturaleza en mí.

A.A. ¿Y sobre el caso, hablará usted sobre las operaciones del señor Figueroa Agosto?

S.F. Pero ya te dije de eso, te dije que salió un papi.

A.A. Disculpe, creo que debí ser más explícita, hablo de las operaciones ilícitas, de los negocios de narcotráfico

S.F. Ahhhhhhhhhhh, mija po´ habla claro. Mira, la verdad es que yo no entiendo por qué tanto show, aquí nadie revela su fórmula y no lo meten preso, porque dime tú, ¿alguien le pregunta a la Cervecería cuál es el secreto de su cerveza? Noooooo, verdad, ¿alguien le pregunta a Induveca como sacó tanto cuarto a base de salami? Noooooo, ¿entonces? Porqué razón tengo yo que salir a divulgar los negocios de mi macho, a que ninguna de las mujeres de ellos andan por ahí acabando con el negocio familiar, porque aquí lo que todos quieren es acabar con nuestra relación y uh uh, no le voy a dar gusto.

A.A. ¿Quiere decir que no hablará, no dará nombres?

S.F. Ah pero tú quiere que me toquen la de El Negro 5 Estrellas encima.

A.A. Perdón, no le entiendo…

S.F. Mija, pero tu eres joven, tu ta´ columna mija, atrá atrá, tú sabes, la de “plomo, plomo, plo plo plomo, plomo…”

A.A. Ah, ya creo entender, teme que la maten, ¿es por eso que la mantienen en una celda aislada?

S.F. No, no es por eso no, con esa vaina toy´ en quille, porque lo que pasa es que las presas ruyías esas todo los días les coje con estar sudando en el patio jugando voleibol y hasta baloncesto juegan las mari-machos, entonces Mary y yo estábamos organizando unas tardes de bingo a la misma hora, entonces me querían volar encima y dizque me pusieron ahí para mi seguridad, pero es que no es así, a mí hay que respetarme, porque a que a ninguna la trajeron aquí en caravana, a que a ninguna las fueron a buscar en avión privado, a que ninguna de esas cuando la llevaban les ofrecieron mentas en el camino, ni nadie se mata por una foto, ahhhhhh, entonces.

A.A. ¿Y sobre el video en que muchas mujeres aparecen teniendo relaciones sexuales con Figueroa Agosto?

S.F. Ahhhhhhhhhh tú ves, caíste!!!! Ahora entiendes por qué me quedé cuando lo vi, si eso era cuando andaba con la cabeza llena de rolos y sin cuadros, ahora lo dejaba allá y capaz y que ponía una productora. No mija, yo no caigo otra vez en esa no, por eso le dije, ¿tú quieres video, eh, tú quieres video?, po´vamos a hacer video. Ahhhhh no, yo no me pierdo en eso no, a que a la gente le daba tres pitos las otras, era a mí que me querían ver, a que se vendió más por mí. Yo nada más espero que hayan llevado bien la contabilidad, porque con esto de la piratería uno sale perdiendo mucho.

Quiero seguir la entrevista, hay muchas otras cosas que necesito saber, que los lectores necesitan saber, pero me dicen que termine, que la estilista ha terminado con Mary Peláez y que Sobe no puede lavarse el pelo muy tarde, además de que la manicurista tiene otra cita y es imposible posponer, porque al día siguiente toca juicio y el pelo de Sobe tiene grasa acumulada de dos días, además de que no puede presentarse con el mismo esmalte de la última vez.

Me veo entonces en la obligación de despedirme y dejar muchos cabos sueltos en la entrevista, antes de salir disfruto una copa de vino con la Miss, muy atenta con la prensa, había dispuesto unos canapés y vino para degustar luego de la entrevista. El calor del atuendo que llevo puesto, junto al vino comienzan a enloquecerme, ella sin embargo, ha logrado diseñar una elegante técnica para sostener la copa y tomar sin que las esposas que unen sus muñecas le resten glamour, quisiera poder hacer lo mismo con los guantes de hule que aún llevo puestos.

Cuando terminé mi copa, ya ella tenía los párpados con dos pepinos y la cara empañetada con la pulpa del mismo vegetal, al tiempo que un aceite de de sándalo le impregnaba la espalda, para que la depresión de estar lejos de su tablero no la llevara al borde de la locura.

viernes, 6 de agosto de 2010

Homero versión ladys


Nunca he sido muy deportiva, de hecho, la palabra “muy” queda de más. Los viernes de gimnasia sólo eran mis favoritos porque no tenía que ponerme zapatos ni camisa y claro, podía vagar por una hora sin el tormento de entregar tarea.

Una vez intenté entrar al equipo de voleibol, sólo porque las jugadoras eran las más populares, después de la primera práctica descubrí que no había nada de malo en el anonimato escolar.

La verdad es que no sé porqué hay que sufrir tanto para dizque ser saludable, porque la piel se pone flácida si no nos convertimos en Félix Sánchez estáticos, si debería ser lo contrario, ya que así no se malgasta.

Odio los gimnasios, la verdad, para mí en lugar de hacerme sentir saludable me enferma la concentración sudor, “machete” y el desesperante aroma a queso rancio que no encuentro específicamente de dónde viene, todos tienen cara de culpable. A esto se suman las feromonas que se escapan de las licras intencional y estratégicamente (no por exceso de libras) ahorcadas, a ver qué se pega que no hieda.

Prefiero ejercitar mis brazos cada vez que satisfactoria y divertidamente inclino la cuchara, a veces también cuando inclino el vaso, nada mejor que usar una vestida de novia en una mano y un chimi en la otra para poner los músculos en forma. Para las piernas, el abdomen y las caderas lo tengo bien definido también, eso se resuelve con un CD de reggeton, después de la rutina anterior, ayudará con las calorías.

Realmente, para mí existen múltiples formas más divertidas y desestresantes que llegar a Baní dando pedal sin pagar peaje, que te pare un Amet y sin ver mangos. Me circunscribo a las anteriores y otras que no puedo mencionar por temor a que no publiquen el artículo.

Además, me duele, me da nostalgia y sería malagradecida si borrara de mí las huellas de tantas buenas noches de cervezas entre amigos, espaguetis, tacos, sancochos, chivos y asopaos compartidos con mi gente. La querida arandela que sobresale por encima de mi pantalón no es más que un álbum carnal de buenos momentos, de harturas y risas, para qué deshacerme de él si puedo sobarme la panza y revivir el momento.

martes, 29 de junio de 2010

Me confieso la Mónica de Friends


Mi madre, sin pedir opinión ni mucho menos, se saltó todo el proceso de enseñarme a majar el ajo, desglosarme cada uno de los sazones de las habichuelas o confesarme el divulgado súper secreto de parar la cuchara en el arroz para saber si estaba bien de agua. No sé en qué carajos se basaba su temática, pero resultó que cierta y misteriosamente “heredé” sus trucos y amor por la cocina.

Me acerqué definitivamente a ese terreno minado cuando por estar de sabrosa y privar en súper novia, se me ocurrió decirle a Popeye (mi hoy esposo) que le prepararía UNA cena. Aún hoy trato de descifrar en qué momento la invitación de UNA noche pasó a convertirse en decreto presidencial, así cada día me lo pasaba imaginando de qué forma pelar los plátanos esa noche o revoltear el huevo en sentido contrario, para que el menú fuera diferente.

En verdad me gusta la cocina, me relaja, siempre y cuando no haya otra persona, en especial Popeye, dentro de ella. Mi único lío real es con la cebolla, ciertamente que Dios tuvo poca creatividad en eso de ponerle el mismo mal olor a ésta, a la sábila y al grajo, siendo sólo la inhalación de este último, mortal.

Mi debilidad es meterme en mi cocina, reventar la estufa con un caldero de cuatro asas lleno de víveres, carnes y un botellón de agua, en una noche de lluvia, con un aguacatito y par de esas, que son buenas cuando están listas para casarse. Fue hace poco cuando me inauguré con mi primer y único sanchocho para festejar el asenso de Pope, la verdad que yo debo amarlo demasiado, porque vaina que da brega, pero pasé la prueba.

No sé porqué mantener como enemiga a esa parte de la casa que nos saca de tanto apuro. Tu sabes lo bueno que es hacer recogida para foni uno en la nevera, entrarles como si te hubieran quitado un marido, emburujar el picadillo vagabundamente con salsa de tomate y después de mucho “plo plo plo” de la pasta, hacer como Jack Veneno, tirarla desde la tercera cuerda, para un clavado mortal. Ya dentro, sólo queda poner a sonar El Timbalero, mientras entre ellos y la cuchara crean una sucursal del Monumento del Son.

martes, 8 de junio de 2010

La Verduga en casa


En casa, papi tenía la fama de ser el permisivo, el de la chercha y los paseos. Pero cuando hablamos de vivir con mami, bueh, esa era la Verduga de la casa, que bajaba los humos y decía “usted no va pa´ parte”, hasta pensé que tenía un plan en mi contra.
Lo tenía todo literariamente claro, “ella era el enemigo”, porque –según mi utópica teoría- ninguna madre sería capaz de torturar a su hija mandándola a fregar en pleno Chavo del 8, o hacerte madrugar, a las 10 a.m. del sábado, porque le cogió con que había que limpiar.
No, y donde realmente confirmé mi teoría de que posiblemente yo era adoptada, fue cuando me puso el cepo veraniego. Juro que pensé que mi padre era viudo de mi madre rica, se casó ella y por mi recién perdida acaudalada posición, ella me odiaba.
Fue en sexto grado, recuerdo el terror que tenía el día de la entrega de notas, le pedí a Dios que el lavado se complicara, que alguna mancha en la ropa de papi le impidiera ir y entonces mandara a papi a recogerla, pero para mi sorpresa, lamentablemente descubrí bastante tarde que Dios era su mayor cómplice. Al llegar a casa sólo lo dijo una vez, “no vas a perder ese año, vas a recuperarlo en verano”. ¡!!!¿Qué quiso decir con "recuperarlo en verano"?!!! ¡¿Se atrevería a meterse con mis inviolables vacaciones donde mamá en Santiago?! No creo que llegue a tanto, sería como declararme la guerra a la clara, él no se lo permitiría, hasta ahí llegaría su tortura. Pero realmente lo hizo, dos meses en una escuelita surrealista, en donde no sólo recuperé el año, sino que me volví la más popular, con todo un séquito, sólo eramos unos diez en el horario de la tarde, pero todos me seguían, hasta el curso de los mayores, pasé de Abdia la idiota que vivía en la oficina de la psicóloga a Abdia Cappone.
De un uniforme, delicadamente planchado, limpio y combinado, pasé a una camisa abierta con un t-shirt debajo, medias deportivas y los zapatos que me apetecieran, jamás agarré un libro, sin embargo obtenía las más altas calificaciones, pasé de chica con problemas de aprendizaje a ser casi una niña prodigio.
Hoy, después de una adolescencia fabricando fábulas sobre mi desventura, he visto las cosas increíbles que esa mujer hizo por mí. Crecí y ella lo hizo conmigo, se volvió como dice papi, en mi gran compinche. Fueron muchas las veces que tuvo que aguantar las letanías de papi con todo y sus "glorias", cuando preguntaba ¿y Abdia? y ella respondía “de campamento”, a pesar de que cuando yo salía el único que estaba en casa y al que le decía que me iba era a él.
Aún escribo fábulas sobre ella en mi cabeza, pero ya no es la madrastra de Cenicienta, ahora es aquella que se levantaba cada noche a encenderme la luz, cuando con la voz temblorosa y cortada le gritaba en la madrugada “mami, mami, tengo miedo”, sólo después de grande recordé aquellos detalles, sólo de grande entendí que en verdad me había salvado un año y tal vez la vida, sólo de grande la recordé levantarse a las seis a hacernos desayuno o acostarse tarde haciéndonos a mi y a mi hermana los vestidos de navidad. Aunque realmente, ni después de grande he podido comprender por qué fregar justo en la hora del Chavo, si a fin de cuentas, lamentablemente los trastes no iban a desaparecer.